Las actas del Ayuntamiento conservadas en el archivo municipal, contienen frecuentemente múltiples datos de un mismo asunto, mezclados entre los de otros muchos. Y a menudo, hay suficiente cantidad de información para que, una vez extraída, ordenada y estudiada por materias afines, se puedan revelar interesantes episodios de la historia local. El presente artículo es un buen ejemplo de ello.


El último proyecto de renovación íntegra del Hospital se inició en 1867, cuando el Ayuntamiento de Crevillent cedió durante 25 años (1867-1892) la dirección y el patronato al Obispado de la Diócesis.


Era para construir un nuevo Hospital, el que hoy se encuentra en ruinas y con los días contados al final de la calle de la Purísima (Foto-1), en el lugar donde se hallaba el antiguo (1). Denominado Hospital de Caridad “Purísima Concepción”, fue inaugurado el 29 de noviembre de 1885 coincidiendo con la llegada de las Hermanas Carmelitas, en el mismo día de la recepción de la obra del lavadero público de la calle Abrevadero (hoy Llavador). Para solemnizar dichos actos, el Ayuntamiento había confeccionado una larga lista de invitados, pero al final la ceremonia tuvo que celebrarse de la forma más austera posible, debido al luto impuesto por el fallecimiento del Rey Alfonso XII, ocurrido cuatro días antes (2).


La obra conjunta durante ese periodo (1867-1892), la financió la Iglesia con la ayuda desinteresada de un buen número de vecinos mediante sus donativos, así como la del mismo Ayuntamiento, a través de subvenciones, e incluso utilizando en régimen de alquiler los locales del Hospital para escuelas de enseñanza (3) y (4). Acabada la construcción, en la que probablemente también se levantó la ermita de Santa Anastasia asolada en 1936, se creó una junta particular de asociados con el compromiso de administrar y mantener a las Hermanas durante un periodo mínimo de 6 años. En 1892, cuando finalizó el periodo de vigencia de la cesión, se disolvió esta junta particular, y su presidente remitió un informe al Consistorio incluyendo todos los gastos invertidos por el Obispado desde 1867 (5). Tras lo cual, el Ayuntamiento retomó definitivamente las riendas en la dirección del Hospital, a través de una junta municipal en unión del Sr. Cura. La segunda fotografía (Foto-2), que no presenta nitidez porque es un fragmento ampliado de otra de 1926, se observa muy de perfil y coloreada de amarillo, la ermita de Santa Anastasia junto al Hospital. Se aprecia como ambos edificios tenían las fachadas alineadas. Ninguno de ellos estaba más adelantado que el otro. Por detrás, recayente a la calle Solares (actualmente Enrique Valera) se hallaba la casa donde empezaron a vivir las Hermanas Carmelitas en 1885, que fue adquirida por el municipio y donada a las religiosas (6) y (7).


Respecto a la ermita de Santa Anastasia, se baraja la posibilidad de que fuese el primer lugar de culto cristiano mientras que, allá por el siglo XVI, se adaptaba para ello el templo de Ntra. Sra. de Belén, antes mezquita, situado en el solar donde hoy se halla el mercado de abastos (8) y (9). Posteriormente, desde el siglo XVIII fue usada como local de enseñanza, y, hasta 1828 en que se inauguró el nuevo templo de Ntra. Sra. de Belén y de los Santos Apóstoles Pedro y Pablo, también se oficiaba misa en algunos días festivos (9). No era municipal como siempre lo ha sido el Hospital, sino propiedad del Estado (2), y durante la desamortización del Pascual Madoz (1854-1856) de los bienes de la Iglesia y del Estado, quedó excluida de la venta por albergar una escuela primaria (10). En 1861 cesó en ella toda actividad al haberse declarado en ruina, pero dos años después, fue reparada y rehabilitada (10).


Es entonces cuando ocurre un hecho curioso. El Ayuntamiento le pide la llave al señor cura para volver a utilizarla como local de primera enseñanza, y sorprendentemente le responde éste: “Que estaba prohibido hubiese escuela en locales destinados al culto divino” (11). Pensaría el sacerdote que la ermita era propiedad de la Iglesia. Ahora bien, en el Consistorio tampoco lo tenían nada claro. Unos cuantos días después, seguramente informado de la contundente negativa del párroco local, el obispo de la Diócesis se dirige al Ayuntamiento, preguntándole si el municipio tiene algún derecho o patronato sobre la Ermita, y éste le responde que lo ignora (10).


Si la intervención con fines caritativos del Obispado para edificar el Hospital a partir de 1867, incluyó también la construcción de la Ermita, deberá estar reflejada esa información particular en el Archivo de la Diócesis, junto con la de toda la obra realizada al derruir los edificios antiguos. En la noche del 23 de julio de 1936 fue completamente destruida la Ermita (6). El sacerdote D. Francisco Mas Mas (D. Paco), como conocedor de ella, opinaba que sus muros y bóvedas eran semejantes a las construidas en tiempo de los moriscos. Sin embargo, durante las excavaciones de 2005, que pusieron al descubierto casi toda su plataforma, sólo se hallaron restos datados entre los siglos XIX y XX (12). Tan sólo quedó por desenterrar una franja medianera entre Ermita y Hospital, cuyo estudio hubiera permitido discernir si ambos edificios se construyeron a la vez, pero no fue posible debido a una línea eléctrica de media tensión que atravesaba el subsuelo por ese lugar. Posteriormente, ya iniciada la década de los 40 del pasado siglo, fue reedificada al otro lado del Hospital con una cimentación deficiente. Y derribada en 1973, un año después de trasladarse las Hermanas de aquel lugar al actual.


El Vía Crucis, antes de trasladarse a la loma del Calvario en 1769, se encontraba distribuido a lo largo del antiguo recorrido que separaba la Cruz de Ruiza de la ermita de Santa Anastasia, donde estaba colocada la última estación. El cementerio mudéjar hallado en 2005, con enterramientos de los siglos XIV al XVI, tenía la cabecera o inicio (o sea, el área más antigua), junto a la línea determinada por las fachadas del conjunto Ermita-Hospital, ampliándose progresivamente con nuevas sepulturas en dirección sureste (en el sentido creciente de los números de la calle Santa Anastasia) siendo las sepulturas cada vez más recientes a medida que nos desplazamos en esa dirección. Aparte de lo que significa la desaparición en sí de este viejo y a la vez magnífico edificio del Hospital, se va a perder la gran oportunidad de señalar con él, uno de los lugares más emblemáticos de Crevillent, que atesora por lo menos siete siglos de historia.

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