De plantas va la cosa, por Juan Francisco Egea Manchón Naturalista
No está de más hablar, ahora que muchos crevillentinos se desplazan a la playa del “poble”, de los seres que enmarcan y dan verdor al entorno costero. El paisaje vegetal de la playa de El Pinet fue creado por el hombre a lo largo del siglo XX. Los frecuentes temporales invernales desprotegían y modificaban las dunas móviles que adoptaban una forma u otra dependiendo de si el viento soplaba de levante o de poniente. Para fijar la arena se repobló sobre todo con pinos carrascos, piñoneros y eucaliptos.
Primero, en el chalet de mi tía Carmen y después en la barraca que mis padres tenían en dirección a la Marina, mis veranos estaban asociados, como no, a las plantas. Los días pasaban felices pescando mujolitos en botellas de María Brizard, a las que perforábamos la base cóncava y por donde se introducían para comerse el pan los pescaditos que ya no podían escapar. De ahí íbamos a la pinada a coger piñas para extraer los piñones que vendíamos por cuatro chavos y que servían para financiar los “polos” que nos refrescaban en esas calurosas tardes. El sitio ideal para jugar los partiditos de fútbol era entre las charcas secas de las salinas bordeadas de carrizos donde se perdían los balones; tenías que tener cuidado si no te querías pinchar con las “piteras”. Hoy en día la mayoría de ellas han sido arrancadas por ser una planta no autóctona o se han secado por el ataque del picudo del ágave, un coleóptero que a diferencia del de las palmeras es negro y de menor tamaño. Las noches eran el momento de luchar lanzándonos las bolas de posidonia que el mar devolvía en forma de pelotas de color marrón, algunas de ellas de considerable tamaño. Mucha gente piensa que esta planta acuática es un alga por provenir del mar, pero por contra tiene raíces, flores y frutos, al igual que las plantas terrestres.
A día de hoy se está fomentando, por parte de la Generalitat Valènciana, el uso lúdico de la zona de los humedales y de la pinada. Se han creado itinerarios para poder observar las aves que anidan o visitan el enclave, pero por qué no también a esas grandes olvidadas como son las plantas. Sosas jaboneras, salicornias, y tamarits en las zonas con sustrato húmedo salino, y arares, juncos y palmeras en la transición entre las salinas y la pinada.
Por suerte, recientemente se han eliminado especies foráneas tan dañinas como los kalanchoes o sobre todo los Carpobrotus o “ditets” que todo el mundo plantaba para tapizar y que asfixiaban especies tan valiosas y aún con flores más bonitas como son las azucenas de mar.